GEOESTRATEGIA DE LA ADICCIÓN
GUERRA ASIMETRICA EN EL SIGLO XXI.
GEOPOLÍTICA DE LA ADICCIÓN. LA DROGA COMO ARMA SILENCIOSA ENTRE GRANDES POTENCIAS ECONÓMICAS . LA VENGANZA DE CHINA CONTRA OCCIDENTE, BASADA EN SU PROPIA EXPERIENCIA HISTÓRICA?
![]() |
| La.Guerra del Opio |
Como aficionado a la Historia Universal, a uno se le viene a la mente siempre analogías y paralelismos en sucesos históricos que te hacen pensar y concluir que no se trataría de la mera coincidencia. Los acercamientos diplomáticos recientes y de los ultimos años entre Venezuela y China (y también con Rusia, Irán y la bivalente Turquía) hacen pensar que también habrían servido para acordar estrategias de guerra lenta de a largo plazo contra el gran rival común, los Estados Unidos. Y es que justamente China ha vivido en carne propia los efectos de la droga en su población en las llamadas Guerras del Opio de la segunda mitad del siglo XIX, todo con sus efectos posteriores de la imposición del mercado británico sobre una gran nación emergente como China, pero aún debili tanto en lo económico como en lo militar.
Sería válido y razonable plantearse de que se trata de un plan estratégico concordato principalmente por China, y apoyado tras bastidores por Rusia, Irán e incluso Turquia (esta última miembro de la NATO, y aliada también de USA cuando le conviene)
Vamos a tratar el tema en tres grandes bloques:
1. Los antecedentes y la explicación histórica de las guerras del opio en China.
2. El uso de las drogas como medio de desestabilización política y económica en países (y sus mecanismos).
3. Las alegaciones o escenarios sobre la relación actual (y posibles estrategias) en que actores como China, Rusia y redes criminales (por ejemplo Cartel de los Soles en Venezuela) podrían estar involucrados en introducir drogas en Estados Unidos como parte de una estrategia de influencia o debilitamiento.
1. LAS GUERRAS DEL OPIO EN CHINA (CONTEXTO Y RESUMEN HISTÓRICO)
Hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, China (bajo la dinastía Qing dynasty) tenía un comercio muy favorable para ella: exportaba té, porcelana, seda y otros productos, mientras que compraba relativamente poco de los británicos. Esto generaba un déficit comercial para los británicos, que lo compensaban pagando con plata. Los británicos (los británicos y la British East India Company) vieron en el opio una mercancía que podían exportar desde la India a China para equilibrar ese déficit. China lo había prohibido desde hace tiempo, pero la aplicación era débil. El flujo de plata que salía de China para pagar los opiáceos hacía que la economía china sufriese (en términos de salida de metales preciosos, efectos sociales del consumo de opio, debilidad del Estado para controlarlo) lo que motivó al emperador a tomar medidas.
La primera guerra del opio (1839-1842)
La chispa: en 1839 se confiscaron y destruyeron más de 20.000 cajas de opio (unas 1.400 toneladas) que los británicos tenían almacenadas en Cantón (Guangzhou). China envió al comisionado imperial Lin Zexu para cortar el comercio y obligó a los comerciantes británicos a entregar sus existencias. El conflicto militar estalló con el poder naval británico: los británicos desplegaron fuerza marítima (por ejemplo la flota llegó en 1840) y la dinastía Qing estaba mal equipada para responder a la tecnología británica.
El resultado fue una victoria británica, el tratado de Treaty of Nanjing (29 de agosto de 1842): China tuvo que ceder Hong Kong, abrir cinco puertos al comercio británico, pagar indemnizaciones, otorgar extraterritorialidad a ciudadanos británicos, dar “most-favoured-nation” (nación más favorecida) etc.
Las consecuencias de estas guerras del opio marcaron el inicio de lo que en la historiografía china se llama el “siglo de la humillación” («Century of Humiliation”), en que China pierde soberanía, tiene que aceptar tratados desiguales, y su poder interno se debilita severamente. La incapacidad para controlar el comercio internacional, la soberanía marítima, y sus propias fronteras debilitó al imperio Qing, lo que a la larga contribuyó a su caída y al establecimiento de la República de China en 1911-12. Además, el hecho de que el opio entrara masivamente en la población china provocó efectos sociales graves (adicción, salida de plata, debilitamiento económico) y, desde la perspectiva china, fue un claro ejemplo de cómo una potencia extranjera pudo imponer sus términos mediante la droga como arma económica/comercial.
Todo esto no fue simplemente un conflicto militar tradicional: hubo un elemento comercial + drogas decisivo. Los británicos necesitaban compensar el déficit comercial, vieron en el opio la solución, China quiso imponer sus leyes internas pero se topó con el poder imperial europeo. La droga (opio) se usó como mercancía de cambio, pero también de manera estratégica: los británicos no solo querían comerciar, querían imponer sus condiciones. Para China fue una lección: que su apertura comercial y la gestión de drogas eran intrínsecamente parte de su soberanía estatal, y que perder el control implicaba más que una simple prohibición interna. Desde entonces, la memoria de las guerras del opio es parte de la narrativa política china: “Nunca más dejaremos que potencias externas nos impongan un comercio de adicción”. Esto tiene eco hasta hoy en la política exterior y en la postura de China ante lo que llama injerencia extranjera.
2. LA DROGA COMO MEDIO DE DESESTABILIZACIÓN DE PAISES: ¿Cómo funciona este mecanismo?
Cuando un actor (ya sea un Estado, un servicio de inteligencia, o un grupo criminal) utiliza el tráfico de drogas o la producción/contrabando para fines estratégicos, se pueden identificar varios efectos combinados: Efecto social interno: aumento de la adicción, debilitamiento del tejido social, incremento de la criminalidad. Esto erosiona la gobernabilidad de un estado, reduce la confianza pública, y crea distracción o desgaste. Es justo lo que denuncia y combate el segundo gobierno Trump con sus deportaciones masivas, que tantas critica le han generado.
El efecto económico es de fuga de capitales, lavado de dinero, distorsión de mercados. Cuando se involucran redes internacionales, se aprovechan fallas en los controles financieros para meter dinero sucio, lo que puede desestabilizar instituciones bancarias, corromper funcionarios, etc.
El efecto de poder blando o duro externo: puede utilizarse como arma de presión: introducir drogas en un país para aumentar la crisis social, distraer al gobierno, obligar a despliegues de fuerzas policiales o militares, generar dependencia o chantaje. Lo que ha pasado justo en Texas recientemente!
Redes de crimen organizado como proxy: Los Estados o actores que no quieren aparecer directamente pueden usar redes criminales como intermediarios para ejecutar actividades de tráfico, contrabando o narcoterrorismo. Esto permite denegabilidad plausible.
Todo esto entra en lo que llamo geopolítica de la adicción: Como en el caso chino-británico del siglo XIX, la introducción o imposición de un producto adictivo que puede formar parte de una estrategia más amplia de dominación comercial o de control de un Estado sobre otro.
Ejemplos históricos comparativos
Las guerras del opio ya lo demuestran: droga como mercancía que beneficia al exportador y debilita al importador. En la era moderna, las sustancias sintéticas como el fentanyl se han convertido en un arma indirecta: debido a su altísima potencia, su facilidad de transporte y su capacidad para causar muertes y crisis sociales rápidamente. Por ejemplo, se estima que en EE.UU. solo por opioides sintéticos y precursores, el número de muertes supera decenas de miles al año. Los controles de precursores químicos se han vuelto clave: No solo importa dónde se produce la droga final sino dónde se fabrican los componentes básicos. Los países que controlan esos precursores tienen poder estratégico.
Las redes criminales transnacionales también pueden desempeñar roles de «proxy» para actores estatales que buscan desestabilizar o influir en un rival sin declararlo abiertamente. Por ejemplo, se ha apuntado a que Rusia ve el tráfico de drogas como un componente dentro de su estrategia de seguridad nacional, al menos en parte. En un decreto ruso se apuntaba que “actividades de servicios especiales extranjeros, organizaciones extremistas… que participen en la producción y el contrabando de drogas” constituyen una amenaza para la seguridad nacional.
Introducir drogas en un país rival puede funcionar como debilitador: si se vincula con aumento de consumo, sobrecarga del sistema de justicia, salud pública, adicción, puede crear costos internos. Pero para que sea eficaz como estrategia de estado, debe haber cierto grado de coordinación, cobertura política, lavado de dinero, redes logísticas, protección institucional, etc. No es algo trivial y si se detecta, puede volverse un desventaja para quien lo organiza.
Las vías de entrada suelen ser transporte internacional, precursores químicos, conexiones con carteles locales/distribuidores, corrupción institucional, rutas de contrabando, etc. También la demanda juega un papel central. Un país con alta demanda de drogas es más vulnerable a que esa vulnerabilidad sea explotada. Sin demanda, no hay «arma». Y sabemos que USA es el primer consumidor mundial, lo que lleva a la reflexión de que si bien el gobierno Trump hace bien en combatir a los importadores externos, TAMBIEN DEBEN PERSEGUIR Y JUSTICIAR A LOS CONLABORADORES INTERNOS, mafias que se estarían enriqueciendo con esto (cosa que en USA sospechosamente no se habla mucho)
3. Relación con la estrategia actual: China, Rusia, Venezuela, EE.UU.
Lo que sabemos con certeza en el caso de EE.UU., el problema del fentanyl y otros opiáceos sintéticos es enorme. El informe del gobierno estadounidense señala que los precursores químicos que vienen de China o India son una parte clave del suministro ilícito de fentanilo hacia EE.UU. Según diversos análisis, el comercio de precursores chinos ha sido utilizado por carteles mexicanos para fabricar fentanilo y luego distribuirlo en EE.UU.
Sobre las relaciones entre China y EE.UU., existe cooperación reciente para combatir el tráfico de drogas y precursores, aunque con altibajos. China ha tomado medidas para controlar sustancias y precursores. En cuanto a Venezuela y el Cartel de los Soles, según reportes recientes de prensa, EE.UU. acusa al gobierno venezolano de estar implicado en redes de narcotráfico (el Cartel de los Soles) que podrían traficar drogas hacia EE.UU. y de usar esas redes para financiación de actividades ilícitas.
Lo que no está verificado o que se basa en hipótesis es que no hay información pública creíble y verificada que diga que China directamente usa el tráfico de drogas hacia EE.UU. como parte de una estrategia explícita de desestabilización (aunque hay análisis que sugieren que podría estar en la lógica geoestratégica). En el caso de Rusia, aunque hay indicios de que el crimen organizado ruso actúa como instrumento de poder blando o sucio del Estado (proxy criminal networks) , no hay un consenso documentado abiertamente de que Rusia reciba o envíe drogas a EE.UU. como “arma” estatal de forma estructurada reconocida.
La alegación específica de que China y Rusia colaboran con el Cartel de los Soles para introducir drogas en EE.UU. como estrategia común no aparece como hecho contrastado en fuentes abiertas confiables. Es algo obvio, serían acuerdos de mutuo secreto, todo esto no son mas que hipótesis basadas en lo que enseñan acontecimientos históricos del siglo XIX, que tenían los mismos protagonistas a China e Inglaterra (sustituida por USA como la nueva super potencia hoy)
Que tan real sería la hipótesis “China/Rusia y Cartel de los Soles trasladando drogas hacia EE.UU.”?
Venezuela, a través del Cartel de los Soles, podría traficar drogas hacia EE.UU, generando ingresos ilícitos y quizá influencia. China tiene capacidad de producir precursores, materiales, químicos y tiene un interés estratégico de desafiar la posición de EE.UU. en la geopolítica. Rusia tiene experiencia en usar redes criminales como instrumentos políticos. Juntar estos factores implicaría una estrategia indirecta donde drogas + precursores + redes de distribución + blanqueo financiero serían parte de una campaña más amplia de “guerra no convencional”.
Considerando lo anterior, es plausible que redes del crimen organizado (incluido en América Latina) reciban precursores o materiales desde China (o China sea proveedor) para fabricar fentanilo por ejemplo, que luego se introduzca en EE.UU. vía carteles latinoamericanos. Esto está respaldado por análisis académicos/políticos.
Afirmar que China/Rusia lo están haciendo coordinadamente con Venezuela específicamente para “introducir drogas en EE.UU. como parte de una estrategia de destabilización” entra en el terreno de hipótesis, no de hechos completamente documentados.
Cómo encaja esto con el legado de las guerras del opio?
Tal como en el siglo XIX, donde el opio fue introducido en China para equilibrar comercio y luego forzar concesiones políticas, hoy los precursores de fentanilo, la producción ilícita, el comercio internacional de narcóticos podrían jugar un papel similar: al desequilibrar socialmente al país receptor, debilitando su capacidad de respuesta, difícil en el caso de una super potencia como USA, que no es la debil China del XIX, abrir una puerta de influencia política o económica (en una zona como el Caribe, dominada aeronavalmente por USA, será bien difícil)
Desde el punto de vista chino, la memoria de las guerras del opio podría alimentar una narrativa: “Nunca más permitiremos que drogas u otras mercancías sean utilizadas para debilitarnos”. Pero la lógica inversa es que un rival podría querer usar esa vulnerabilidad de otro país: la adicción, las muertes, la crisis de salud pública como arma indirecta. Así, el narcotráfico puede verse como una forma de “guerra económica” o “guerra híbrida”, un paralelismo moderno del comercio de opio del siglo XIX.
Ver las guerras del opio como un precedente histórico de cómo la droga (o el control de una sustancia) puede ser parte de una estrategia de dominación comercial y política. Sí existe un riesgo real de que redes de producción de drogas sintéticas (como fentanilo) y sus precursores químicos formen parte de estrategias de influencia o desestabilización entre estados, pero nonjay pruebas contundentes de acuerdos secretos internacionales en este sentido.
No podemos pues afirmar con certeza, al menos con la información pública y acreditada que tenemos, que haya una conspiración comprobada de “China + Rusia + Cartel de los Soles” coordinando sistemáticamente el envío de drogas a EE.UU. con fines de desestabilización. Pero la hipótesis no carece de lógica históricamente sustentable.

Comentarios
Publicar un comentario